Xenobots y la emergencia
Hace cosa de un mes la Universidad de Vermont publicó una investigación sobre los Xenobots, unos "robots vivientes" capaces de desplazarse en una dirección y autorepararse si son dañados.
Estos organismos están compuestos de dos piezas distintas: células del miocardio —el tejido muscular del corazón— que se contraen periódicamente de forma involuntaria y células de la piel con una función puramente estructural. Ambas fueron obtenidas a partir de embriones de ranas.
Un grupo de investigadores informáticos de esta universidad usaron un supercomputador para encontrar las configuraciones capaces de desplazarse distancias más largas en un periodo de 10 segundos. Cada una de las configuraciones era un mosaico tridimensional de estas células, cuyo resultado ya no es una rana.
De momento es una primera prueba lejos de la manufactura a gran escala, y las configuraciones más efectivas fueron replicadas a mano por un cirujano con pinzas y electrodos en miniatura. Sin embargo, los autores imaginan que conforme avance la bioimpresión podrían tener muchas aplicaciones.
En el futuro se podrían usar criaturas de este tipo para limpiar plástico de los océanos, eliminar contaminación radioactiva o llevar medicamentos a partes específicas del cuerpo. Pero sobre todo es un primer paso hacia entender su comportamiento colectivo.
Aunque han sido entrenados con el objetivo de moverse hacia delante, esto ha permitido modelar su comportamiento individual. Sin embargo, cuando muchas de estas criaturas interaccionan entre sí, emergen comportamientos que no se pueden predecir con facilidad, como dar vueltas en círculo.
Este fenómeno que se conoce como emergencia ha suscritado la inquietud de la comunidad científica. Los comportamientos emergentes, tan difíciles de predecir, son un tema muy recurrente en la ciencia ficción.
Existe un escenario de catástrofe global muy popular que se conoce gray goo. En este supuesto, el desarrollo de cierta tecnología capaz de autoreplicarse se descontrola hasta agotar todos los recursos del planeta.
En este caso no tenemos por qué preocuparnos, ya que la forma en que se han diseñado los xenobots los priva de muchas funciones necesarias para mantenerse vivos más de una semana. O al menos eso parece.
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